La audacia de la paz

Me encontré con un graffiti que decía: “Nos quitaron la inocencia, solo nos queda la violencia”. También en otras ocasiones he escuchado justificar la violencia con el argumento de que esa es la única forma con la que se logra ser escuchado. Se trata de algo muy delicado, algo que en primer lugar nos urge a escuchar e intentar comprender lo que está detrás. Es cierto.Pero también nos impele a señalar lo engañoso de optar por la violencia. Nada más ingenuo que pensar que ella pueda resolver algún problema. Por el contrario, los complica porque destruye el diálogo, acalora los ánimos y terminamos sin escucharnos. Con ella entramos en una dinámica en donde el otro es siempre un enemigo en quien no se puede confiar ni un milímetro; todo lo que diga o haga será siempre sujeto de sospecha.En nuestro país ya vivimos una larga y dolorosa historia para aprender a valorar los caminos de la paz. Tuvimos que recorrer un largo calvario para darnos cuenta de algo tan obvio: en la violencia ganan los violentos. Sólo por el camino del diálogo sereno y respetuoso es posible avanzar hacia condiciones más dignas para todos.Jesús, más que muchos, fue un rebelde que luchó por cambiar las cosas. Y si lo seguimos escuchando es porque fue fiel hasta las últimas consecuencias a su mensaje de amor, y no se dejó vencer por la tentación del odio. Ahora Resucitado nos ofrece su Paz. En sus apariciones es su palabra más reiterada. Todavía más, declara dichosos a quienes tienen la audacia de creer en El sin tener que recorrer el penoso camino de tocar sus llagas, como lo tuvo que hacer Tomás para dar el paso de la fe.El nos invita a apostar por la paz y a evitarnos las dolorosos consecuencias del odio. Es urgente que volvamos a poner nuestra confianza en su fecundidad. Ella no significa pasividad, muy por el contrario exige mucho más compromiso, creatividad y audacia.
Feliz el Pueblo que se atreve a creer en los caminos de la Paz.

Dios les bendiga.

Pbro. Galo Fernández V

Vicario de la Esperanza Joven